Por Lisandro D. Lopez
Los orígenes de la actividad aseguradora se remontan a la Edad Antigua; en nuestro país tiene una
presencia mayor a 200 años. De hecho, nuestra propia compañía está celebrando actualmente 120
años desde su fundación. La nuestra es una actividad tradicional pero que ha cambiado muchísimo
en los últimos 30 años. El surgimiento de nuevas tecnologías y su repercusión en la vida cotidiana
demandó profundas transformaciones en el mercado asegurador, que sigue adaptándose y
apuntando hacia una transformación digital innegable.
La actualidad no sólo exige que las aseguradoras cambien sino también todos los
actores del mercado. Desde la democratización del acceso a Internet hasta el uso de
Inteligencia Artificial, mutaron el modo de gestión; la cantidad y calidad de información con la que
se cuenta para ofrecer un mejor producto, atención, servicio y para captar a una nueva comunidad
de usuarios atravesada por lo digital. Las coberturas también se renovaron, ahora demandan más
servicio y adaptación a los nuevos hábitos de consumo, por ejemplo, los microseguros o
coberturas que duran 24 hs. Lo mismo ocurre con el rol de los Productores Asesores de Seguros
quienes siguen cumpliendo un papel preponderante que cada vez está más ligado a aquellos
seguros que requieren asesoramiento experto.
Entre todos estos cambios lógicos de un mundo que avanza, nuestro propio microclima nacional
nos invita a sortear distintos obstáculos y a apelar -como siempre- a la creatividad para seguir
operando y creciendo.
La inflación, la falta de repuestos y la guerra de tarifas que dejó la pandemia son un combo que
hace más difícil la tarea pero no imposible. Dejando de lado la perspectiva tradicional de gestión
como sus herramientas habituales -el FODA o la Matriz de BCG, por citar dos ejemplos- es posible
salir adelante e incluso crecer, como lo ha hecho Providencia Seguros sostenidamente en los
últimos meses. A fines del año pasado, participé como orador en un congreso en Uruguay en el
que señalé que todo ese marco teórico y conceptual de management se ceñía a cisnes blancos
pero que ahora la realidad nos presenta cada vez más cisnes negros.
Puede parecer una frase hecha pero no por ello es menos cierta: las crisis son oportunidades.
Y las herramientas para prevalecer están al alcance de la mano: un equipo de trabajo que
comparta los intereses con capacidad y profesionalismo; la inteligencia artificial para conocer en
profundidad la información que nos permite repensar coberturas y servicios; mejores plataformas
de gestión que permitan la comparación entre productos y elegir adicionales, además de funciones
ya obvias como la emisión sea inmediata, ya que hoy el consumidor digitalizado quiere que las
cosas sucedan lo antes posible; no perder de foco quién es el cliente, en nuestro caso le damos el
mejor servicio posible a los Productores para que ellos se sientan respaldados. Por último, pero no
menos importante, cumplir las obligaciones. Los seguros son intangibles y, por lo tanto, la
credibilidad es un capital invaluable para una compañía de seguros.
En un contexto difícil a nivel mundial y local, la creatividad, los recursos humanos y la tecnología
son aliados estratégicos para continuar escribiendo la historia de un mercado asegurador al
que lo tradicional no le quita lo innovador.
Por Lisandro D. Lopez
