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Innovación y emprendimiento. El motor necesario para el crecimiento.

Por el Mg. Gustavo Frangini

La pandemia del COVID 19, cayó como un cisne negro dentro de los ámbitos empresarios a nivel mundial. Este cisne negro modificó no solo los hábitos de vida, sino también los de consumo; como los de convivencia, de comunicación, de entretenimiento y hasta la forma de qué, cómo, cuándo y dónde comprar determinados productos o servicios. Es tal la importancia de alteración de los escenarios por la multiplicidad de las variables incontrolables que se movieron durante la aparición de la pandemia, que los contextos que hasta ahora conocíamos como VICA (Variable, Incierto, Complejo y Ambiguo) se han elevado a la COVID, dando como resultados escenarios VICACOVID

Por eso es, que las estrategias competitivas genéricas que deben jugar las empresas y en especial las Pymes, deben ser ágiles, para poder soportar una estrategia empresarial de supervivencia en mercado con alta incertidumbre y con clientes hiperconectados. 

Esta nueva modalidad de clientes, veloces, informados, altamente sensibles a la frustración, que necesitan respuestas inmediatas; donde además, son generadores de información tanto positiva como negativa del comportamiento de las empresas como suplidoras de bienes o servicios; y que generan necesidades nuevas todos los días para comprar y recibir esos producto o servicio; exigen nuevas oportunidades que pone a prueba la capacidad de las empresas en poder satisfacer a estos nuevos demandantes de manera casi inmediata.

Por ello, la innovación está ampliamente reconocida como un factor crucial para el crecimiento de la producción y la productividad. Sin embargo, nuestro conocimiento sobre las actividades innovadoras y su impacto económico, es efímero y muchas veces confuso. 

Pero para hablar de innovación, voy a citar de manera introductoria, tres pensamientos que volvieron a refrescar nuestras ideas como consecuencia de la aparición de la pandemia. El primero de los pensamientos que hoy vuelve a surgir con fuerza, fue escrito en el año 1958, cuando Galbraith presentó su libro “La Sociedad Opulenta”. Libro en el que expuso el concepto de la “tentación de la pasividad”, donde se plantea una teoría de equilibrio social orientada en torno a la necesidad creciente de bienes y servicios públicos, en consecuencia del crecimiento y de la producción de bienes y servicios privados, y su desequilibrio natural; ya que Galbraith define a esto textualmente; “Nada se inculca tanto en nuestra política económica, y nada es tan poco tenido en cuenta por los economistas, como nuestras tendencias a esperar y ver si las cosas se resuelven por sí solas” (Galbraith, 2004, p. 180).

El segundo de los pensamientos nació en 1969 cuando aparece el libro “The Age of Discontinuity” de Peter Drucker. Estas obras configuran el núcleo de lo que podemos calificar como la filosofía social de Drucker. A los importantes estereotipos escritos, se añaden las reflexiones sobre las tecnologías del conocimiento, la sociedad del conocimiento, la economía global y la sociedad de las organizaciones. Cosas que aún tienen relevancia ya que el libro hablaba por primera vez del concepto de discontinuidad. 

El tercer pensamiento surge de la teoría Scumpeteriana, cuando Joseph Schumpeter en su libro “Capitalismo, Socialismo y Comunismo” de 1964, estableció que entender el progreso económico consiste en producir más y mejores bienes y servicios para un mayor número de gente que pueda consumir, donde el factor que eficientiza ese progreso es el empresario.

Es así que en este aspecto nos quedamos con que, frente a una pandemia hay una tentación a la pasividad por parte de la inversión pública como de la inversión privada, sorprendida por tratar de sobrevivir en la discontinuidad, en la búsqueda de nuevas oportunidades que surjan de los cambios del mercado, encontradas por los empresarios. Y esta combinación es la resultante de la innovación.

Aunque el concepto de innovación,  se ha incrementado notablemente desde la primera edición del Manual de Oslo, fue en el año 2018, la última actualización que amplió los aspectos que definen el concepto de innovación dentro de las empresas, definiendo a la innovación empresarial como; “la introducción de un producto (bien o servicio) o de un proceso nuevo o significativamente mejorado, o la introducción de un método de comercialización o de organización nuevo aplicado a las prácticas de negocio, a la organización del trabajo o a las relaciones externas.” (Manual de Oslo, 2018).

Entonces la innovación surge como una herramienta importante de gestión para sobrellevar adelante las empresas durante una crisis. Así es que el proceso de innovación ha ido evolucionando en paralelo con los cambios en la economía mundial durante la globalización, pero la pandemia de COVID 19  ha facilitado enormemente el acceso a la información, a nuevos mercados, y a nuevas formas de mercado.  Al mismo tiempo que ha crecido la competencia internacional y se han desarrollado nuevas formas de gestión de las cadenas globales de producción debido a los avances tecnológicos y a los flujos de información, que generan cambios permanentes en el conocimiento, donde cada vez más, el motor central del crecimiento económico es la innovación. 

La innovación exige entonces entender el problema, haciendo empatía a través del conocimiento y la comprensión de las personas (Consumidor – Usuario) que conviven en un contexto cambiante. Partiendo de esa observación y determinando las nuevas necesidades o impulsos que se desarrollan en esa discontinuidad, es como se puede determinar un mapa de empatía que genera una inmersión que se conoce como emprendimiento. Es decir que el emprendimiento es una cuestión formal de una persona que busca trabajar la innovación a través de cuatro funciones: 

  • Una función actitudinal de cambiar algo en la sociedad o en el contexto a través de una nueva solución al mismo problema. 
  • Una cuestión actitudinal que represente un factor defensivo ante situaciones adversas de ese mismo contexto que ponga en riesgo una empresa o un negocio.
  • Una función de adaptación a ese nuevo contexto para poder sobrevivir en él, para luego desarrollar la supervivencia empresarial y el crecimiento del negocio. 
  • Una función de conocimiento que permite aprender de la nueva situación para generar dos nuevas actitudes; la anticipación, que permite adelantar las acciones y gestiones solucionando las nuevas oportunidades de productos y servicios en el nuevo contexto; y la resiliencia, que consiste en la posibilidad de poder reparar los errores cometidos ante las nuevas necesidades no cubiertas o que presentan una alta predisposición a la frustración de los nuevos clientes hiperconectados.

Es así que el emprendimiento, que se lleva a cabo a través de un emprendedor que es quien define como persona las cuestiones actitudinales, es el final del proceso de gestión que nos permite desarrollar ventajas competitivas de una empresa que se desempeña en los nuevos contextos si actúa con agilidad frente a sus competidores.

Al hablar de personas, podemos entonces establecer las distintas situaciones que se presentan entre el innovador y el emprendedor. El innovador no siempre coincide con el emprendedor. Puede una persona innovar, sin ser el que lleve la innovación al mercado. Esto sucede mucho cuando hay I+D externos en las empresas, o cuando los emprendedores y empresas recurren a viveros de incubación en innovación para fortalecer sus unidades de negocio.  

Puede suceder que el innovador sea la misma persona que el emprendedor, pero para ello esta persona debe cumplir con los siguientes requisitos: autoconfianza en su proyecto, iniciativa, capacidad de liderazgo, capacidad de análisis y capacidad crítica de su gestión; alta predisposición a la gestión de talentos y de recursos, orientación al trabajo en equipo y capacidad de relacionamiento con sus recursos y con el mercado. Por último una superación permanente de su creatividad. 

Por ello, ambas cuestiones deben ser altamente consideradas en las empresas y sobre todo en las Pymes, ya que presentan la mejor situación de agilidad y adaptación a los nuevos entornos. Son las Pymes entonces quienes deben trabajar mucho más en emprendimiento e innovación buscando nuevas oportunidades de negocios para supervivencia, crecimiento o ampliación del actual negocio frente a las situaciones adversas que nos presenta el mundo hoy.

Mg. Gustavo Frangini
Miembro del Depto. de Innovación y Transformación Digital de UIT.
Miembro del Depto. de Economía de Fundación Encuentro.

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