En este momento estás viendo Vivir con propósito

Vivir con propósito

Por Samuel Stamateas

Si hay algo que los seres humanos hemos buscado desde siempre es el sentido de la vida. Nos hemos hecho y nos hacemos preguntas: de dónde venimos, hacia dónde vamos, para qué estamos aquí, qué significa trascender… Cada una de esas preguntas ha tenido y tiene diferentes abordajes: la religión, la psicología, la filosofía, etc. Es que esa voz interior que nos interpela reclama ser escuchada.

Elijo definir propósito como aquello que da significado a nuestra vida, lo que nos realiza como personas, lo que tenemos y somos y que el mundo necesita, lo que nos hace levantarnos con pasión cada mañana; aquello que nos mantiene optimistas, seguros, enfocados, motivados, organizados, decididos, resilientes, apasionados.

Para conectarnos con nuestro propósito no necesitamos mudarnos a otro país donde pensamos que hay más recursos o mayor necesidad. Donde estamos y con lo que hoy tenemos podemos cumplir nuestro propósito, es decir, aquello por lo que caminamos nuestra vida. Creer y sentir que estamos donde debemos estar nos aporta paz y plenitud, nos permite conectarnos con él aquí y ahora, nos da presencia.

Tampoco necesitamos cambiar de trabajo para sentirnos plenos o para utilizar nuestros talentos. Al modificar nuestra perspectiva, teniendo una nueva conciencia de lo que hacemos, se afectará nuestra emocionalidad, cambiarán nuestras acciones y por ende nuestros resultados. Podemos utilizar nuestros talentos con todas y cada una de las personas con las que nos vinculamos diariamente. Desde tu lugar actual y con lo que tenés hoy podés brindarle al mundo tu aporte.

La habilidad de ver propósito en las tareas habituales y cotidianas te permite avanzar en la búsqueda y diseño de sentido. Si no le conferís un propósito a lo que realizás diariamente tenderás a menospreciarlo.

Aquí tenés una pista: cuando algo se relaciona con algo mayor, nuestro aporte a ese algo tiene sentido. Quizás parezca que lo que hacés es “insignificante” pero cuando tomás distancia, cuando ves el cuadro completo, desde una perspectiva mayor y trascendente, encontrás propósito.

Si le preguntáramos a un grupo de personas por qué hacen lo que hacen, seguramente serían
capaces de darnos muchas y variadas explicaciones. Sin embargo, si les preguntáramos para
qué lo hacen, serían pocos los que responderían inmediatamente. Preguntate por qué hacés lo
que hacés y tendrás una explicación; preguntate para qué hacés lo que hacés y obtendrás un
significado.

Esta búsqueda/diseño de nuestro propósito nos lleva a formularnos tres poderosas preguntas:

1) ¿Quién soy? Es la pregunta del SER. Existe una relación estrecha entre identidad y propósito: conocerte a vos mismo te permite elegir qué y de qué manera podes hacer tu aporte a la sociedad.

Somos más que un cuerpo, somos más que una mente, somos más que emociones. No somos lo que hacemos (cuando no podamos hacerlo ¿dejaremos de ser?), ni somos lo que tenemos (el día que no lo tengamos ¿dejaremos de ser?). Somos mucho más que todo eso.

Todos tenemos dos imágenes: una imagen pública y una imagen privada. La imagen pública es lo que los demás ven y creen de vos. Esa imagen que ellos se formaron es un capital valioso ya que lo que la gente piense de vos puede abrirte o cerrarte posibilidades. Pero cuidado: estar pendientes de la opinión de los demás anula nuestra autenticidad. La imagen privada es lo que te decís a vos mismo, sos vos frente al espejo. Cada persona se mueve en el mundo conforme a la persona que cree que es. No podrás hacer nada por los demás y mucho menos para vos, si no te considerás valioso, único, auténtico, original.

2) ¿Qué hago? Es la pregunta del HACER. Continuar haciendo lo que entendemos que es nuestro propósito es clave para sentirnos plenos. Tené en cuenta que ese hacer no debe ser
esporádico, si decidiste darle al mundo tu aporte, tu obrar deberá ser disciplinado y constante.
Cada uno de nosotros mantiene un diálogo interno, una conversación que hacemos con
nosotros mismos. Y como toda conversación, puede ser positiva o negativa. Hay quienes
sufren de “parálisis por análisis”: es tanto lo que piensan que nunca dan el primer paso. El
primer paso no te lleva adonde querés, pero te saca de donde estás.

3) ¿Qué tengo? Es la pregunta del TENER. Nacemos equipados con una serie de talentos y
aptitudes que nos facilitan ser y hacer algo especial para los otros y para nosotros, una contribución al bien común. Tal vez pienses “no cuento con suficientes recursos”, lo que tenés es suficiente para comenzar; los recursos con los que contás hoy son suficientes para provocar cambios favorables hoy.

Además, no necesitás recursos para sonreírle al prójimo, para saludar, para darte cuenta de que aquel compañero de trabajo está pasando por un momento difícil y acercarte a él para conversar o escucharlo; no necesitás recursos para felicitar a alguien, para decirle “adelante, no te rindas”, para ayudar a un amigo en su mudanza. Parecen pequeñas acciones, parecen insuficientes palabras, pero traen luz a quienes las reciben y a quienes las dan.

¿Qué sucede con nuestros talentos si no los expresamos? se echan a perder; todo lo que tenemos, si lo guardamos, se echa a perder. Si tenés algo que no podes soltar, entonces ese algo te tiene. Soltalo en otros y volverá a tu vida multiplicado.

Me animo a afirmar que LA pregunta no es tanto “¿Cuál es el sentido de la vida?” sino “¿Cuál es el sentido de MI vida?

Apropiarte de esta pregunta te hará reflexionar acerca de los aspectos más profundos de tu ser. La búsqueda de propósito es un proceso continuo de aprendizaje superador que va desde y hacia el interior tuyo, aprendizaje que completa su sentido cuando todo lo revelado se pone al servicio de otros.

Por Samuel Stamateas

Samuel Stamateas es Coach Ontológico Profesional, Coach Ejecutivo. Escritor de “Lidera tu vida”, “Tu propósito es la clave”, “Quiero, puedo y merezco prosperar” y “21 hábitos para una vida plena”. Director de Liderazgo EnFoCo y Director de la Escuela Internacional Líder Coach Profesional.

Deja una respuesta