Por Dra. Isabel C. Montes Vélez. Médica Veterinaria
Cuando abro mis ojos en la mañana siempre lo primero que veo es a Paco, un patito amarillo que mi humana me dio la primera vez que me trajo a su hogar para no sentirme tan sola. Mientras estiro mis patas para dar fin oficialmente a una reconfortante noche de descanso escucho ruido en la cocina, así que voy rápidamente porque es mi parte favorita del día, ¡desayuno!
Ya en la primera caminata, mi momento favorito del día, me doy cuenta de que casi todas las casas tienen a un hombre barbudo y gordo con ropa rara, ¡incluso este hombre está colgado de algunas ventanas! y siento también que durante estos días el aire ha estado más caliente de lo normal, tal vez por eso las personas están con prisa corriendo por todas partes, han de querer escapar del calor.
De vuelta en casa, Paco y yo nos sentamos en la sala mientras mi humana actúa de manera extraña. Primero movió mi cama al armario con todos mis juguetes, y está colocando gotas de un líquido raro en todas partes, que tiene el olor del arbusto de flores moradas que están en la casa de enfrente, todo esto al ritmo de música muy agradable,
que hace que Paco y yo queramos dormir.
Ha llegado toda la jauría de mi humana, gritando mucho y con grandes cajas y bolsas.
Veo muchos cachorros de dos patas y lampiños corriendo alrededor de un árbol lleno de estrellitas que titilan y unos no tan cachorros sentados en mi sofá, mi lugar favorito de la casa. Aparte de mi cama. Y la de la humana. De la nada, todos los humanos se ponen muy inquietos, comienzan a hacer mucho ruido y se reúnen todos en la sala; es entonces cuando mi humana de repente me carga y me lleva al armario donde están mi cama y mis juguetes, Paco, y algunos deliciosos premios. Antes de irse deja la luz apagada, las ventanas y la puerta del cuarto cerradas y percibo intensamente el olor del arbusto del vecino. Tal vez están preocupados porque me asuste el ruido de los cachorros lampiños.
Lo que no saben es que desde aquí los escucho bastante bien, incluso escucho los cachorros que están conversando a tres casas de distancia.
De la nada, comienzo a sentir estruendos muy fuertes y me asusto, aunque, ahora que recuerdo, son sonidos conocidos que la humana me había presentado ya con la cajita mágica que lleva a todas partes. Cada vez que me los mostraba aumentaba la intensidad del ruido, y cuando me veía calmada me daba un premio. Hmm, pareciera que todo eso fue para prepararme para que en este día no estuviera nerviosa y ¡funcionó!
Los fuegos artificiales han convertido una ocasión especial, ya sea una celebración de Año Nuevo, Navidad o Fiesta de Independencia, en un mundo nocturno lleno de colores y formas luminosas que de día no podríamos apreciar. En el caso de muchos animales silvestres y domésticos, entre ellos nuestros compañeros en el hogar, los artificios han sido causa de incomodidad, terror, desespero y hasta la muerte, por lo que velar por la salud de nuestros compañeros de vida en fechas clave es parte de nuestra responsabilidad como sus tutores.
¿Pero por qué les afecta tanto el ruido de los fuegos artificiales a nuestros animales de compañía y a nosotros no?
En el caso de los perros, se ha comprobado que pueden tener hasta cuatro veces más desarrollado el sentido de la audición que nosotros, por lo que muchísimos de ellos manifiestan ansiedad y miedo al no poder escapar de los estruendos. Cuando nos referimos a los felinos, éstos tienen una agudeza auditiva hasta cinco veces mayor a la
nuestra, pudiendo escuchar ruidos tan imperceptibles como el chillido de roedores.
Muchos de nuestros perros pueden intentar esconderse, pero otros pueden mostrar recogimiento del cuerpo o parálisis por terror, jadeos excesivos con taquicardia, ladridos o vocalizaciones sin cesar, problemas gastrointestinales, inhabilidad para controlar de esfínteres y hasta pueden colapsar y morir. En el caso de los gatos, lo más característico en ellos es la necesidad de refugiarse o huir, esperando a que los ruidos cesen para retomar su rutina. Otra consecuencia nociva de los fuegos artificiales es la probabilidad de que nuestros compañeros puedan presentar afecciones respiratorias producto del humo obtenido luego de la quema de la pirotecnia.
Los médicos veterinarios recibimos a finales de cada año muchas consultas de parte de los tutores, pidiendo que mediquemos a sus consentidos o que les recetemos “algo que los duerma” para que no se estresen con la pólvora, mas el consejo que la mayoría recomendamos es dedicar semanas a la adaptación de estos sonidos, en caso de que el tiempo esté a nuestro favor. El fin es regular y modular conductas en vez de medicarlos debido a que no solucionan el problema base y gatillan aún más sus angustias si el manejo y las dosis no son las más indicadas.
A pocos días de las celebraciones de Navidad y Año Nuevo, mi sugerencia más importante es brindar un espacio seguro, con poca luz y lo más retirado posible de ventanas y balcones para que tu compañero peludo sepa en dónde puede refugiarse cada vez que lo desee. Así mismo, mantener sus rutinas de alimentación, horarios de paseo y tener muchos premios ricos antes de los eventos, hará que las experiencias ruidosas y de otra naturaleza sean un poco más llevaderas.
Una asesoría con un profesional veterinario enfocado en terapias naturales permitirá que el peludo pueda regular sus miedos y fobias mediante el uso de flores de Bach, aromaterapia, musicoterapia, alimentación natural y se distraiga al realizar tareas de reforzamiento positivo, entre infinidad de técnicas y ejercicios.
¿Si los animales, en su mayoría, tienen la audición más desarrollada que nosotros, entonces por qué no reaccionan de la misma forma ante truenos? La respuesta suele ser más sencilla de lo que pensamos: porque perciben variaciones en la humedad relativa, cambios de temperatura y del viento. Al poder anticiparse con estos eventos, es más sencillo para ellos poder afrontar los sonidos de altos Hertz producidos por los truenos que los de la pirotecnia.
Por Dra. Isabel C. Montes Vélez. Médica Veterinaria