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Resiliencia: La lección del Covid-19

Por la Ing Ambiental Lucia Otero

Todos sabemos que el nuevo coronavirus ha desatado una profunda crisis sanitaria, económica y social a nivel mundial. Argentina no es ninguna excepción, ya hemos superado los 120 días de confinamiento en muchas partes, con escabrosas consecuencias que todavía resultan difíciles de dimensionar. 

Lo que tal vez no todos saben, es que desde la ciencia hace años que se advierte sobre un incremento de las zoonosis. Así se llama a las enfermedades que provienen de animales y según el conocimiento actual, la enfermedad Covid-19 causada por el virus SARS-CoV-2 es una de ellas. Otros ejemplos son el HIV, el ébola y la gripe aviar. La destrucción de hábitats, el tráfico de animales, la expansión e intensificación de la agricultura y ganadería y la urbanización son algunos de los factores que interactúan complejamente y son necesarios atender para prevenir este tipo de brotes.

También se alertó sobre la necesidad de mejorar la infraestructura de salud, profundizar la investigación científica y construir una capacidad de respuesta internacional coordinada, sugerencias que como esta crisis ha dejado al descubierto, no fueron escuchadas por las autoridades.

Este contexto se presta para reflexionar sobre otras advertencias que nos hacen los científicos y la estrecha conexión entre la humanidad, su producción y comercio y la naturaleza.

La ciencia es clara, el cambio climático es real y las probabilidades de que las actividades humanas sean las causantes son extremadamente altas. Además, tanto ecologistas como economistas nos intentan hacer entender que el planeta tiene recursos limitados. Esto nos obliga a pensar a mediano y largo plazo y comprender que tiene más sentido estratégico mantener materiales en uso. 

Sabiendo que estas cuestiones impactan nuestro trabajo, la lección más valiosa que podemos tomar de esta corona-crisis, es escuchar a los científicos y prepararnos. 

La resiliencia es nuestra capacidad de adaptarnos para estar mejor posicionados frente a situaciones adversas Como profesionales, en argentina la tenemos ejercitada en materia financiera y administrativa y ya es hora de adoptarla en materia ambiental. ¿Qué significa esto? Reducir nuestro impacto y formar parte de una economía circular y sostenible. ¿Cómo? Les dejo algunos ejemplos:

  1. Partí del diseño

Reimaginá un producto, el packaging o presentación, diseñando “de la cuna a la cuna”. Pensá no solo en el uso, también de dónde vienen los materiales y que pasa cuando se termina de usar. Eliminá los residuos desde el diseño. Por ejemplo, un shampoo vendido en botella plástica, podría venderse al peso y evitar el envase de un solo uso, o reformularse para ser sólido, sin envase o con envoltorio compostable. Cada día hay más consumidores conscientes buscando este tipo de productos. Podes buscar materiales con sellos y certificados ambientales y hasta certificarte vos también.

2. Repensá tus modelos de negocio

Si vendés un producto, podes transformarlo en un servicio, y cobrar por uso o un alquiler fijo. Este modelo funciona hace años por ejemplo con las fotocopiadoras y hoy se está usando en lavarropas, auriculares y ropa. A mediano-largo plazo, este sistema permite diseñar los equipos modularmente y facilita su reparación, actualización y su uso como insumos en nuevos modelos, además de fidelizar al cliente con un buen servicio.

Si el negocio como servicio no cierra, vendé los productos y ofrecé un descuento o crédito por un nuevo producto si el cliente entrega el viejo, otro mecanismo de fidelización.

Siendo el dueño o recuperando el producto luego de su uso, reducís la dependencia estratégica y los costos (e impactos ambientales) de nuevas materias primas, partes e insumos. También podes minimizar procesos que requieran agua y energía y a su vez generen residuos, efluentes líquidos y emisiones gaseosas que requieren gestión.

3. Digitalizate

Un mercado virtual, una plataforma para consultoría o lo que se adapte a tu negocio. Te permitirá llegar a una mayor cantidad de clientes, expandir el negocio a otras geografías y relacionarte mejor con un público más joven.

4. Producí según la demanda.

Siguiendo en la línea digital, en muchos ámbitos, las nuevas prácticas de marketing permiten conocer la demanda en tiempo real y ajustar la producción. Evitá los costos de un producto que no se vende, incluyendo almacenamiento y transporte. 

5. Reducí el consumo eléctrico y generá tu propia energía 

Podes instalar un colector solar para calentar agua y evitar un uso eléctrico o de gas. Buscá aprovechar más la luz solar. Pasar la instalación luminaria a LED es una inversión que se recupera habitualmente en unos meses. Cuando cambies equipos, opta por aquellos con mayor eficiencia energética.

¡Generala vos! Reducí tu dependencia de la red. En función de tu disponibilidad de espacio y localidad, puede convenirte instalar paneles fotovoltaicos (cada día más baratos), un aerogenerador de minieólica, un sistema geotérmico de baja entalpía y/o un biodigestor que alimente de biogás a un generador (y te deje fertilizante para vender, usar o dar como beneficio a empleados). La Ley Nacional de Generación Distribuida Renovable N°27424/17 permite que, si generás de más, puedas venderlo a la red, verificá si en tu provincia ya está reglamentada (CABA, Córdoba, Mendoza) o tienen normativa propia (Santa Fe, Entre Ríos). ¿Es mucho para vos? ¿y si te asocias con un vecino?

6. Buscá sinergia regional

Conocé a tus vecinos y a sus vecinos. Es posible que el desperdicio de uno pueda ser tu insumo o viceversa. Pueden optimizar la logística, un camión que va o vuelve vacío podría llevar o traer mercadería, materia prima o residuos reciclables.

7. Hace un uso eficiente del agua

El agua potable no es un recurso ilimitado, cuesta potabilizar. Debido al cambio climático, la escasez de agua está en aumento, y por ende volviéndose un recurso más valioso y regulado. Hacer un uso racional y eficiente del agua es una inversión estratégica a largo plazo. Identificá tus usos para evaluar qué calidad de agua es necesaria (limpia o potable) y la posibilidad de implementar un sistema de tratamiento que permita su recirculación.  

8. ¿Sos productor agropecuario?

Informate sobre agroecología, producción regenerativa y aplicá buenas prácticas. Mirá tu campo como un ecosistema, trabajá con la naturaleza, regenerá tu suelo y reducí o eliminá tu dependencia de agroquímicos. Además, una buena gestión forestal y agrícola-ganadera puede reducir la emisión de gases que intensifiquen el efecto invernadero y hasta capturar dióxido de carbono para reducirlo. Esta captura podría ser cuantificable y monetizable en el mercado de carbono.

9. ¿No sos un productor agropecuario?

Podes instalar una huerta en tu propiedad. Puede actuar como techo verde de una fábrica o edificio de oficinas y ayudar a regular la temperatura del establecimiento y absorber lluvia. Mucha gente quiere reconectarse con la obtención de lo que come y la producción puede ser un beneficio para empleados o una donación a instituciones solidarias de tu área. También podes apoyar una huerta comunitaria y mejorar la relación con la comunidad.

Adaptate. Innová. Armá una nueva visión de tu negocio, fijá objetivos y metas medibles. Formate, consultá a expertos y vira hacia lo que viene. Hacete resiliente, abaratá costos y sé más apto para sobrevivir. Entendamos los beneficios de invertir en prevenir y evitar los costos de “curar”.  

Fuentes: IPCC, 2014: Climate Change 2014: Synthesis Report. IPCC, Geneva, Switzerland.
Report of the WHO/FAO/OIE joint consultation on emerging zoonotic diseases, 3–5 May 2004 – Geneva, Switzerland.

Ing. Ambiental Lucia Otero
Consultora. Divulgadora en @verdi.jc

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