Presentación para “CÍRCULO COMPLIANCE”, organizado por RPNEWS y CESINTERNACIONAL.
Por el Lic. Edwin Granados Ríos
Al tratar el tema de fraude a los seguros, no debemos de apartarnos del hecho de que dicha acción constituye hechos delictivos, estamos hablando de hechos que afectan a la sociedad en general, son temas país.
De modo tal, que no es un asunto único y exclusivo del sector asegurador, de la compañía X o Y, afecta a la sociedad en general y por supuesto al individuo.
Por lo anterior, ni las aseguradoras, ni el Estado ni la sociedad en general debe subestimar un delito que es “silencioso” y al que se le ha permitido un grado de tolerancia con argumentos principalmente de comercialización, es decir es un problema en el que el mismo sector asegurador no quiere hablar o lo hace de forma tímida o casi forzada, por las circunstancias y al final por el impacto económico que deriva.
El suscrito insiste en el hecho de que para atender con la seriedad que corresponde la problemática del tema del fraude es debe ser considerado una estrategia de negocio, acción inteligente del sector asegurador y por supuesto que esto implica integralidad en las acciones; pues la actitud que surge de la máxima buena fe derivada del mundo de los seguros, es integral, es un deber de todas las partes, del asegurado, de las compañías de seguros, de los intermediarios, así como de los reguladores.
Efectivamente así es, pues el fraude se materializa cuando alguna de las partes induce a engaño a otra y el impacto no necesariamente se mide con facilidad desde la perspectiva cuantitativa, de hecho, algunas acciones hasta pueden parecer justificadas, pero debe imperar en todo momento la integridad. La permisividad en este asunto genera una distorsión cada vez más profunda de corrupción en la sociedad cuyas consecuencias son inmedibles por la alteración de lo que debe ser un negocio licito y solidario en el que debe imperar el principio de máxima buena fe de los actores.
A los elementos anteriormente indicados, se suma el tema citado por el Dr. Guillermo Bolado, es sin duda grave; “…El peor de los males: Algunas aseguradoras sin capital, ni flujo, siguen operando sin atender el pago de los siniestros. El Estado, en lugar de cumplir su deber de control, no las cierra y las mantiene “funcionando” porque ha sido cómplice o causante del problema. Ergo: Asegurados y usuarios víctimas del sistema defraudados por quienes debían protegernos…”, pues tal y como lo apuntaba anteriormente la obligación de proteger y vigilar porque todos marche bien corresponde a todos los actores y en el caso particular del regulador, es de doble obligación moral por el conocimiento y responsabilidad que le es inherente, frente a la ciudadanía en general, de no ser así, sería inmoral e hipócrita.
Es por todo lo anterior que al tratar esta delicada problemática el principal desafío que se observa en nuestra LATAM responde a la necesidad de una visión unificada del sector asegurador.
El patrón que se repite por el mundo por nuestra región es la fragmentación y falta de unidad de los actores (principalmente compañías de seguros) para afrontar juntos, las actividades, estrategias y esfuerzos, aún con normativa vigente, tal cual es el caso de Argentina, como el de muchas nuestras naciones en el que el esfuerzo sigue siendo fragmentado.
Por cuestiones de volumen y/o enormes extensiones territoriales en algunos países la problemática se hace compleja en su control, es claro que algunos delincuentes migran y se mueven organizadamente por territorios y “victimas” (compañías aseguradoras) a las cuales engañan a una a la vez o incluso a varias al mismo tiempo; pero éstas, no se enteran o hay ceguera intencional.
Entre las razones podría esgrimirse en algunas ocasiones lo referido a rivalidades comerciales normales de la competencia. Igual ocurre en naciones con extensiones territoriales más pequeñas, pero igual los delincuentes migran de una compañía a otra, de un tipo de seguros a otro, de un intermediario a otro, etc.
Para finalizar y no extenderme el mensaje principal que deseo compartir va en dirección de que el mercado debe evolucionar en el sentido de lograr unidad en la prevención y combate del fraude, pues es un mal que le aqueja a todo el sector y del que se ven afectados, entidades aseguradoras y clientes principalmente, al hacerlo estoy seguro de que otros actores se verán forzados y eventualmente expuestos por un proceder poco o nada diligente.
Ninguno es tan listo como todos juntos.
Por el Lic. Edwin Granados Ríos, Criminólogo Especializado en Seguros