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Miguel Angel Basilico, un ejemplo de vida en el futbol, dentro y fuera de la cancha

Por Tobías Jones

Es momento de recordar a un excelso y cabal futbolista: Miguel Ángel Basilico. Quien en sus inicios fue centro delantero, luego su capacidad de liderazgo y visión del juego lo llevaron a convertirse en amo y señor del mediocampo; y en el final de su carrera, para consolidarse como jugador todo terreno: incursionó en la posición de defensor central, siempre con cabeza levantada y panorama.

Miguel, el “mono” para los amigos, nació en la Ciudad de Buenos Aires el 1 de marzo de 1938. Su formación futbolística fue en Chacarita (institución de la que era socio vitalicio su padre, Ricardo, quien brindó apoyo incondicional en su carrera). Aquella formación en las gloriosas Divisiones Inferiores a cargo del notable e irreprochable Ernesto Duccini, hizo que poco tiempo después (y en una tórrida tarde de Domingo) debutara con apenas 17 años en la primera de Boca Juniors. Viajó en tren desde Villa Lynch a la bombonera (algo imposible de conciliar en estos días) para convertirse ese día de 1957 en el verdugo de Rosario Central, ante la emoción y admiración de sus padres. El barrio, lo esperaba para celebrar.

Luego de tres temporadas en el club de la ribera, pasó a Vélez Sarfield en 1960, equipo que comenzaba a crecer a pasos agigantados y a codearse con los grandes. Aquel conjunto albiazul que contaba con futbolistas categóricos de la época como Cielinsky, Simeone, Dalmao, Fernández Den, entre otros de aquel verdadero fortín.

Sus destacadas presentaciones llevaron a que Don Vittorio Spinetto lo convocara a la Selección para las eliminatorias Chile 1962. Por supuesto, considerando que su refinado pie y el olfato de gol lo llevaron a ser el máximo anotador del Panamericano de 1960 en Chicago defendiendo a la Selección Argentina.

Posteriormente, tuvo un corto paso por Racing Club de Avellaneda, en el equipo de Ernesto Rossi.

En los inicios de 1965, Quilmes se reforzó para buscar el ascenso y entre las incorporaciones se destacaba la cantidad de jugadores provenientes de Racing, tales los casos de Lencina, Lombardo, y Pellico; y así también: Sivina, Bavastro y el de más experiencia, con 27 años, Miguel Ángel Basilico.

Jugó la mayoría de los partidos como enlace, en un equipo destacado por trabajarlos inteligentemente, basándose en una sólida defensa y en una enorme personalidad conjunta para lograr resultados.

Este formidable equipo cervecero logró el ascenso y, consecuentemente, se consolidó en Primera División “A” con la llegada de algunos refuerzos pero, fundamentalmente, manteniendo la didáctica de juego que los llevó a la cima.

Su carrera continuó en Colombia, donde jugó hasta 1972 en Independiente Santa Fe de Bogotá, obteniendo dos Títulos, y la distinción del Jugador del Año, dándose el lujo de integrar con Pêlé el equipo de Resto de América junto al “Pato” Pastoriza, Ramos Delgado (un verdadero “Dream Team”), pasando en 1973 a actuar en Millonarios, de la misma ciudad, último equipo en su carrera profesional donde también se consagró campeón bajo la dirección Técnica del virtuoso Dr. Gabriel Ochoa Uribe -El mejor técnico en la historia del fútbol colombiano-.

La consolidación de Basilico ya había llegado en 1971 cuando Independiente Santa Fe consiguió su quinto título, de la mano del “Patrón del Área”, como empezaron a llamarlo haciendo honor a sus dotes de líder natural para conducir al “Cardenal” a victorias apoteóticas como aquella ante el glorioso “Deportes Tolima” de puros criollos, 5 a 3 luego de ir en desventaja por 3 a 1 a doce minutos del final, y en donde condujo como un torbellino de fuerza y jerarquía a su equipo a un final no apto para cardíacos, que hoy cuarenta y seis años después hace erizar la piel de aquellos presentes en el “Campin de Bogotá”.

En 1976 regresa a Quilmes aún cursando su carrera de Director Técnico e inicia su etapa como uno de los técnicos más joven del país con 38 años, donde logra la ponderada “mejor campaña en la historia de Quilmes”, además de dirigir la primera participación del cervecero en la preciada Copa Libertadores (1979).

Aquella temporada el equipo de Quilmes, bajo su mando, realizó una muy buena campaña tanto en el torneo Metropolitano como en el Nacional. Una vez terminada la misma, volvió a partir hacia Colombia para dirigir en Independiente Santa Fe y el Deportivo Cali.

Su carrera como técnico lo llevó a Bella Vista de Montevideo, equipo que logra su histórico ingreso a la Copa Libertadores de América, deslumbrando por su sistema de juego moderno y audaz. Nacional de Montevideo lo recibió para que aporte su experiencia, la cual llevó al bolso a la primera colocación a cuatro partidos del final.

Entre 1987 y 2008 comenzó un nuevo camino hacia tierras de Oriente Medio al firmar como uno de los primeros técnicos latinoamericanos en los Emiratos Árabes Unidos, país donde brilló con el Al Wasl Football Club, ingresando a la Copa del Golfo y obteniendo el campeonato local; luego regresó y se lució en Ras Al Khaimah, Al Fujaira Sport Club y Baniyas SC de Abu Dhabi, entre otros.

Su correlación con este maravilloso deporte fue inmensamente rica, con el balón en su poder o dirigiendo del otro lado de la línea de cal, mantuvo siempre su idiosincrasia: posesión y personalidad.

Por tu impronta y sabiduría futbolística: ¡Gracias “mono”!

Tobías Jones 

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